El secreto de la felicidad no está en obtener lo que anhelamos, sino en amar lo que tenemos.
No en lo que pedimos a la vida, sino en lo que ésta nos otorga.
Es la dicha de agradecer al mundo todo lo simple y lo maravilloso que nos ha dado. Reconocer lo grande y lo pequeño, lo fugaz y lo perdurable.
No lo mucho, sino lo esencial.
Te sentirás pobre no por lo poco que tengas, sino por lo mucho que esperes y exijas a la vida.
Entre más ambicionamos más pobres seremos, pues no todas las cosas fueron hechas para todos.
La riqueza verdadera está en reconocer y valorar lo poco y lo dulce que la existencia nos otorgue.
Agradece, por tanto, todos los instantes de tu vida.
Puedes poseerlo todo con la sabiduría del corazón.
La riqueza del ser humano está en lo que ama.
El mayor tesoro es el que está en nuestro corazón.
La fortuna de tus profundidades nadie puede robarlas ni comprarlas.
Agradece la dicha de ver un amanecer, pues un día ya no lo verás, por el amor que encontraste hoy, pues el mañana es incierto.
El canto de las aves, el verdor de los montes, la risa de un niño, la luz de los ojos amados.
Porque será lo único que te quede al final de los días.
“Conoce la dicha de agradecer
por lo bello que te dio tu existir.”
Princesa de Porcelana
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